Este
pequeño fragmento pertenece a La Regenta, un libro que forma parte del
movimiento literario realista, publicado en el siglo XIX y escrito por Leopoldo Alas Clarín.
En
este pequeño fragmento se narra una breve historia que trata sentimientos como
los celos y por consecuente, el miedo a perder a alguien.
El
fragmento que hemos analizado debate un tema amoroso protagonizado por El
Magistral, Víctor Quintanar y Ana Ozores. El fragmento comienza a cobrar
sentido cuando El Magistral decide irse al monte en busca de la cabaña de un
leñador donde piensa que puede estar su amada, Ana Ozores. Para que la búsqueda
se hiciese más afable, El Magistral cuenta con la ayuda de Víctor Quintanar, el
marido por imposición de Ana. Éste va con el fin de hacerle un favor a De Pas, ya
que realmente el que está enamorado de Ana no es Víctor sino El Magistral.
En
mi opinión, los sentimientos que en el fragmento se expresan no aportan nada
bueno en nuestras vidas. Empezando por los rumores, que no son más que
proposiciones necias creadas sin ninguna información de algún tipo que van
pasando de boca en boca a diestro y siniestro.
Y es que a veces eso que la gente cree que es verdad, parece más real
que la propia realidad. En el caso de este corto fragmento de “La Regenta”, se
crea el rumor de que Ana Ozores estaba en la casa del leñador “en coloquio
amoroso cuando menos”.
Existen
muchos tipos de rumores. Están los que son creados por confusiones y los
rumores que son creados sólo para hacer daño. En cualquiera de los casos, los
cotilleos siempre son formas de manipular a la gente psicológicamente. A raíz
de que un rumor es expuesto en público, la gente cambia su forma de actuar
delante de ti. Empiezan las miradas extrañas y los susurros entre unos y otros.
Las malas caras y los gestos torcidos, lo que provoca en el sujeto del rumor
incomodidad y malestar.
Esto
me da que pensar, y la única conclusión que saco de todo esto es que el ser
humano sólo piensa en sí mismo. Aquel que inventa un rumor lo hace por su
propio bien. Para pasárselo bien y reírse a costa de los demás. Pensamos que si
al final del día nos lo hemos pasado bien, lo hemos hecho todo correctamente.
Y no es así. Hay cosas que nos pueden
parecer graciosas y que a otras personas pueden repercutirles seriamente en sus
vidas. Vivimos en una sociedad en la que la gente se conforma con creer lo que
escucha, y a decir verdad, jamás me ha extrañado que esa gente no quiera saber
la verdad. Los que unos inventan, otros aumentan, y lo que empezó como una
broma puede acabar siendo algo muy serio con lo que no hemos de bromear.
Y es que a menudo podemos comparar los rumores con la crecida de un río, ya que
ninguna de estas dos se puede frenar. “No puedo asegurarles la verdad, pero
como me lo han contado, yo lo cuento”. La vida no funciona de esta manera
aunque nos neguemos a aceptarlo. En algunos casos, un rumor puede hacer más
daño que conocer la verdad sobre algo o alguien. Y es por eso, bajo mi punto de
vista, por lo que no deberíamos hacer caso a todo lo que escuchamos o leemos,
porque en principio, todo es mentira.
Otro
tema que también se trata en este pequeño fragmento es el tema de los celos, el
cual está relacionado con la invención de rumores también. Una gran mayoría de
las personas que son celosas no son celosas por lo que ven, sino por lo que
imaginan que está ocurriendo o que pudiera ocurrir. Y esas imaginaciones pueden
haber sido traídas en mente o bien gracias a rumores necios, o bien por miedo a
perder aquello que tanto amamos. Pero desde mi punto de vista, si eres celoso
por miedo a perder a la persona que amas es porque piensas que hay alguien ahí
fuera que puede quererla más o mejor de lo que tú la amas. Mirándolo de otra
forma, también podría decir que los celos son algo natural y un sentimiento que
no se puede controlar. Cuando quieres a una persona tienes miedo a herirla, y
los celos, siempre que sean controlados, son como un sentimiento de protección.
Es una consecuencia del amor, y gusten o no siempre van a estar ahí. Sea cual
sea el caso, los celos en exceso son malos. Se alimentan de dudas y básicamente
son una mezcla de amor, avaricia y egoísmo. Y como bien dijo Miguel de
Cervantes: “Los celos son señales de
amor. Es como la calentura en el hombre enfermo, que el tenerla es señal de
tener vida. Pero vida enferma y mal dispuesta”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario