El
tema de este fragmento de Platón, como bien te comienza a explicar desde la
primera frase, es claramente el amor. En este texto los personajes principales
son Fredo, un hombre de palabras inmaduras pero al que la filosofía le ha
aportado una gran sabiduría; Pausanias, un hombre muy maduro y también
filósofo; Erixímaco, que es médico; y Agatón, un poeta que se expresa como tal.
Durante
todo el fragmento estos cuatro personajes debaten qué es el amor y buscan una
especie de definición para esa palabra. Cada uno elabora su reflexión gracias a
los saberes que su profesión les ha aportado con el paso de los años. Por
ejemplo, Fredo lo enfoca de un modo más filosófico, mientras que Agatón destaca
por su elegancia al expresarse.
Si
tuviese que identificarme con alguna de las posturas de estos personajes en
cuanto al amor se refieren, me identificaría con Agatón, ya que es el que más
se acerca a lo que yo opino respecto ese tema. Aún así no estoy de acuerdo en
todo lo que dice.
De
Agatón me gusta la forma tan peculiar
que tiene de explicar qué es para él el amor. Comienza diciendo: “El amor es el
más venturoso de los dioses; es, pues, de naturaleza divina. ¿Y por qué el más
venturoso? Porque es el más hermoso, el más tierno y el más delicado, porque
escoge para residencia el alma del hombre, que es lo más delicado y tierno que
hay después de los dioses”. Desde mi punto de vista, la reflexión de Agatón
tiene su parte de verdad y su parte de mentira. El amor puede ser algo hermoso
siempre que sea correspondido. A sus ojos, el amor es de naturaleza divina, el
más hermoso, tierno y delicado. Yo opino que el amor es algo complicado pero bonito
al mismo tiempo. Todos tenemos algo que nos hace ser queridos por los demás, y aunque
parezca que no, eso es algo muy importante. El sentirte querido te da fuerza y
felicidad, mientras que si nadie nos quisiese sentiríamos que sobramos en este
mundo. El amor en la vida de las personas es algo muy valioso, ya que sin él la
mayoría de nosotros no estaríamos aquí. Pero no es importante el hecho de que
te quieran muchas personas, sino el hecho de que tú mismo sepas quererte y
apreciarte tal y como eres. A veces intentamos complacer a todo el mundo y ser
como todo el mundo quiere que seamos para sentirnos queridos, y es ahí donde
está el error. Las personas ajenas a nosotros no tienen por qué decidir cómo tenemos
que ser para que seamos aceptados por el resto, somos nosotros los que tenemos
que querernos tal y como somos para ser feliz.
Agatón
continua diciendo: “También es el más sutil, porque si no no podría, como lo
hace, introducirse en todas partes, penetrar en todos los corazones y salir del
mismo modo, y el más gracioso, porque jamás va sin la belleza, fiel al viejo
adagio de que el amor y la fealdad siempre están en guerra”. No estoy de
acuerdo en eso de que sea sutil, ya que el amor en algunas ocasiones llega a
doler. Duele no poder dar amor a quien se ama, y ver sufrir a quien te ama
porque tú no lo amas. No creo que, como dice Agatón, sea tan magnífico que
pueda introducirse en todas partes, penetrar en los corazones y salir del mismo
modo, aunque si pienso que tiene su parte de razón. Con lo que sí estoy
plenamente de acuerdo es con eso de que no hay amor si belleza, ya que en todo
amor hay algo bonito, y si no viéramos lo bonito de las personas, no existiría
el amor.